acompañada de su
estrella… allá en lo alto…
acariciada por
las hojas del árbol, que el viento (testigo del silencio de los pensamientos)
acaricia suavemente haciéndola tremar en su quietud…
ella que nada
posee y sin embargo es dueña del movimiento de las aguas…
ella que es
incluso en movida y en movimiento, sin cambio pero sí con pasajes de un estar a
otro, (sucesión de fluires atravesados por las sensaciones vitales, pulsión
solar)…
estremecido
crecimiento de necesarias rupturas para ir más allá, para expandirse como la
semilla que sepultada en tierra brota (rompiéndose a sí misma) para tener
libertad, aire para poder florecer y desplegar la hermosura de su ser…
solo la nada,
todo… solo el fluir de lo que se mueve pero no muta…
ella ahí…
moviéndonos, sin conciencia (racional) con conciencia (superior-universal)…
y ellas, todas
ellas un poco más allá… al ritmo del universo, brillando-bailando el cantar de
la canción cósmica que late persistiendo en su andar (más allá del tiempo y la
distancia)…
suena, sonido
profundo…
suena, música acuosa
que penetra en mí…
suena… suena…
sueña… vibra, haz-me vibrar…
suena soñando
esa melodía que facilita el suspiro de aquellas hojas viajeras (pero con raíces
profundas) y con caricias lunares…
suena… sueña…
rumor lejano del río que baña los huertos fértiles de la tierra, de los valles…
ella, la luna,
no olvida que somos formas casuales portadoras de esencias universales...
ella no
recuerda…
ella no sabe
nada…
ella… es…
movida, es en movimiento…
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